El blockchain en castellano ‘cadena de bloques’, no es más que una base de datos.
La particularidad reside en que todos los usuarios tienen una copia de esta base de
datos. Además de la información individual, también se recogen todas las transacciones realizadas en dicha red. Cada actividad puede tener un blockchain individual, por lo que esta tecnología es aplicable a cualquier sector que deseemos explotar.
Todos los usuarios se conectan a una red sin un equipo central y utilizan el mismo protocolo para comunicarse. La información que se traslada está siempre encriptada y encapsulada en lo que se denominan tokens. Cuando hay demasiadas transferencias y no caben en un mismo bloque de tokens, se genera un bloque nuevo que se enlaza.
La diferencia con los procesos normales es que no existe un intermediario (proceso descentralizado), sino que toda la actividad queda reflejada en un token y esa información la tienen ambas partes por igual. Al no estar los datos en una sola ubicación, los datos son totalmente públicos.
Una manera sencilla de entender la diferencia entre el blockchain y las bases de datos tradicionales es reflejarlo en los editores de texto. Desde la invención y comercialización de los ordenadores, los editores como Word permiten compartir documentos una vez finalizados para que otros usuarios realicen cambios y vuelvan a enviar este archivo. Es decir, desde que se enviaba hasta que regresaba al autor, este
no tenía conocimiento de qué estaba ocurriendo con su documento. Por el contrario, con Google Docs es posible trabajar con otras personas a la vez sobre el mismo documento viendo en tiempo real los ambios. Este es el gran cambio entre ambos modelos.
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