El actual modelo económico capitalista, como toda obra humana, pasa por ciclos y momentos de
auge o de crisis. Frente a las recurrentes crisis a las que se ha enfrentado en el pasado, han surgido
alternativas que han permitido superar esas crisis y en ocasiones mejorar su desempeño.
En tal sentido, los países del entonces grupo llamado “Primer Mundo” destacaron por sus logros
económicos. Y por ello, la Universidad de Harvard y uno de sus investigadores Michael Porter,
realizaron estudios para conocer cuáles eran los factores de la productividad de las naciones,
concluyendo que no era por naciones, sino por regiones que se llegaba a esos altos logros en
ganancias y que uno de los factores clave eran los procesos de asociacionismo en forma de
clústeres.
Porter desarrolló una serie de propuestas, entre ellas su “Diamante” que explicaban porqué eran
exitosas algunas empresas y de ahí pasó a generar propuestas sobre esta base.
Es cierto que en general, ha existido un amplio y antiguo debate sobre el concepto de clúster
desde la primera formulación de David Ricardo hace más de doscientos años, hasta la del Instituto
de Competitividad de Harvard en 2007. Las primeras definiciones de este término, lo refirieron
como una concentración o aglomeración geográfica de varios establecimientos que adquieren
ventajas comparativas con la localización y mutua interrelación.
Dentro del concepto se definen dos componentes principales: la proximidad, que se refiere a la
cercanía geográfica con la que se deben encontrar las empresas o establecimientos y la
interdependencia, que se refiere a la mutua interrelación funcional ya sea productiva, de
generación y transmisión de conocimientos y tecnologías (Teigeiro y Carvajal, 2007).
En la actualidad el estudio de los clústeres se ha retomado gracias a los estudios de Porter y
Krugman.
Sin embargo, al mismo tiempo, otra corriente de promoción e investigación sobre procesos de
asociacionismo empresarial se desarrolló en Italia encabezada por Patricio Bianchi, que a partir del
estudio de procesos de este tipo, desarrollados en el norte de ese país, el sur de España y otras
regiones del mundo, sistematizaron los resultados en el modelo de “Distritos Industriales” en los
cuales la competitividad no está basada en lograr superar la rivalidad mediante aniquilamiento de
la competencia en el mercado, sino en una búsqueda de una nueva visión denominada
“competitividad sistémica” que propone el que los diversos actores cooperen para lograr un
máximo común denominador de cualidades y de beneficios para todos, incluidos los consumidores y los territorios en los cuales las empresas están asentados, ya que este tipo de competitividad
destaca la importancia de fortalecer el capital social y lograr una serie de externalidades que a
final de cuentas favorecen no sólo la actividad empresarial, sino también el fortalecimiento del
tejido social.
El concepto de «competitividad sistemática» propone un marco de referencia para los países tanto
industrializados como en desarrollo en el cual si se da importancia a lo que ocurre en el contexto y
por ello hace una clara diferenciación entre cuatro niveles analíticos distintos para entender y
promover ese tipo de competitividad: META, MACRO, MESO y MICRO.
El concepto de “capital social”, aunque tiene antecedentes que rebasan los 50 años, es en los
últimos veinticinco años que se ha incorporado en el ámbito del desarrollo económico y social
dentro del paradigma propio de los procesos de asociacionismo empresarial, una de cuyas
expresiones son los clústeres de TI.
Para una presentación sintética del concepto se recurre a los trabajos elaborados por John
Durston (2000) de la CEPAL e Irma Arriagade (2003) de El Colegio de México, así como una nota
conclusiva de Lisa de Propis (2005) en su artículo “Confianza y capital social como factores
intangibles del desarrollo”.
Algunas definiciones breves de capital social son:
v Bourdieu (sociólogo, 1985): Capital social es “El agregado de los recursos reales o
potenciales ligados a la posesión de una red durable de relaciones más o menos
institucionalizadas de reconocimiento mutuo”.
v Coleman (sociólogo, 1990): Capital social son “Los recursos socio–estructurales que
constituyen un activo de capital para el individuo y facilitan ciertas acciones de
individuos que están adentro de esa estructura”.
Como otras formas de capital, señala Coleman, “el capital social es productivo, posibilitando el
logro de ciertos fines que no serían alcanzables en su ausencia”.
Aun cuando los temas de competitividad sistemática y capital social por sí solos son bastos,
podemos decir que un aspecto que es característico de un clúster, a diferencia de otros procesos
en que se realizan alianzas estratégicas, es que esta figura hace explícita la construcción de redes
de cooperación y colaboración entre empresas de sectores aparentemente divergentes para
promover el crecimiento económico de una región, en las industrias en que es naturalmente
competitiva, resaltando la participación de todos los agentes relevantes del clúster que van más
allá de las cadenas productivas principales (empresas, proveedores de servicios, academia e
instituciones públicas, entre otros).
Finalmente, por lo anterior se destaca la visión del Clúster Puebla TIC A.C., donde éste se concibe
a sí mismo como un grupo sólido de empresas certificadas en las principales tecnologías de la
Comunicación e Información, resultado de una alianza estratégica establecida entre instituciones
educativas y las empresas del sector de las tecnologías de la información, para facilitar la solución
de problemas comunes y la capitalización de oportunidades de nuevos productos y mercados”.
Por: Faro Innovación de Negocios En colaboración al Clúster Puebla TIC A.C.
Vía Atlixcáyotl #6514 Int. 404 San Bernardino Tlaxcalancingo C.P. 72820, Puebla. - +52 222 2104 150 - [email protected]